95. Si el mal no viniera antes del bien, ni a uno engañaría.
Si el mal no se hiciera pasar por Dios, y si el mal no hablara desde arriba, desde el poder, desde la boca de grandes profetas, si Dios no le diera al mal entrada a lo sagrado, para tratar de confundirnos, el espíritu del mal no tendría la más mínima opción de engañar a los seres humanos. Por eso en las escrituras, Dios autorizó la entrada de espíritus engañosos (1ª Reyes 22: 1-38), sin que por ellos se vea afectada la verdad de Dios, puesto que las mentiras y los errores no le pueden en realidad dañar la tarea a Dios y a los que sean de la verdad. Si el espíritu de engaño no puede entrar a las escrituras sagradas, y si el espíritu de engaño no pudiera hablar desde las escrituras sagradas, como si ese engaño fuera una enseñanza sagrada, de Dios, no tienen Luzbel y su hijo, Pablo, cuando hablar con un mínimo de autoridad a los seres humanos, para ponerlos a prueba, a ver cuáles de todos reconocen bien las palabras de Dios, su Padre. A ver quiénes de todos oyen la voz de su Pastor, Jesús, a ver quiénes no se extravían del sendero de la vida infinita.
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